ENRIQUE SATUE

 MUY PERSONAL..

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Aunque se obstine en mostrar por curriculum un escaso folio, bien es sabido que Enrique Satué (Sabiñánigo 1955), con su desbordante actividad como docente, etnógrafo y escritor, podría superar las páginas de una nutrida enciclopedia.

Una tenue mañana otoñal envuelve este encuentro al que llega puntual con su rostro de bondad; de no haber roto jamás un plato.

Coral Pastor.- Señor Satué, si Pitágoras conocía a sus interlocutores mirando a los ojos y observando sus gestos, ¿nos equivocamos al percibirle a usted apacible y moderado?.

Enrique Satue.- Soy vehemente, inquieto, nervioso, pero con un poso recibido del bagaje familiar donde, sí, reside una cierta bondad.

Ha llegado usted a compatibilizar en largas jornadas el ejercicio de la docencia –desde pre-escolar a la Universidad-, con una intensa labor museográfica y la creación de cerca de veinte obras publicadas. ¿Cuentas horas tiene para usted un día?.

Tiene veinticuatro horas. (Asiente con firmeza). Es fruto de la constancia y la fijación, incluso en algún momento de robarle energía a la salud.

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¿En casa de herrero cuchillo de palo?. ¿Cómo es usted como padre?. (Pierde su mirada en el vacío y tarda en responder).

Creo que algunas cosas las he hecho bien y otras las cambiaría. Junto con Teresa, mi mujer, les hemos dado a conocer la naturaleza para que disfruten de ella y hemos recogido sus frutos. (Prolonga un nuevo silencio). Por el contrario, en materia de relaciones quizás lo he hecho mejor en la escuela. Buscando la perfección o la exigencia, en casa, en algún momento, he podido ser algo maximalista.

 Su capacidad autocrítica, sin disfraz, lo deja pensativo. Lanzo un balón fuera para despejar su estado. ¿Recuerda cual fue su primera lectura?. (Reacciona con ímpetu).

La Isla del Tesoro. En mi casa no habían libros y ese me lo regalaron unos familiares de Barcelona.

¿Piensa en los niños como lectores cuando escribe literatura infantil?.

Así debería ser. Yo que no soy un escritor profesional lo reconozco; se escribe desconociendo al niño. Por otra parte hay que pensar en la carga de lo que se le suministra. “El fantasma en la escalera” de la editorial… (sonreímos cómplices al unísono), libros light, guay, que no aportan nada.

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Parece no ser forofo ni estar abducido por sigla política alguna. Se percibe en usted cierto espíritu libertario ¿me equivoco?. Agita su cucharilla como en un acto de reafirmación.

Sin pretenderlo, lo que usted acaba de decir debe ser cierto. Conozco mucha gente adscrita a siglas que han gastado la mitad de alpargatas que yo. Para mí, la ideología es el desgaste de las alpargatas. A mí nadie me ha regalado nada. Tengo una visión algo contradictoria: por un lado soy cartesiano, muy reglado y por otro tengo una veta ácrata. Trato de entender a quienes se dedican a la política, aunque deberían estar como en las comunidades de vecinos; de manera rotativa y poco tiempo. He alternado el voto y no es por nadar y guardar la ropa, pero para mí primero es la persona y las siglas son un elemento secundario. Por tradición familiar, mis padres que no tenían nada, bueno, tenían mucho, ese buen hacer de la generación de nuestros padres que me ha troquelado… En este momento de mi vida, lo afirmo y lo reafirmo: primero la persona.

García Calvo dijo aquello de “se canta lo que se pierde”. ¿Usted a que le canta?.

Creo que a la ilusión y a mantener una dosis de niñez. Buena parte de mis planteamientos son vitales e ilusionantes y eso me parece imprescindible. No hay que olvidar que los plomos se pueden fundir, así que la ilusión es una maquina de tren importante. Me ilusionan los proyectos en los que estoy escribiendo, me ilusiona el proyecto de familia…

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Sale a escena, sin querer, la consabida crisis.

Yo soy de usar y no tirar. El otro día me arreglé un pequeño televisor en blanco y negro que compré hace muchos años con mi padre; me hace sentir feliz. Pero yo a penas he cambiado, soy poco exigente. Las cosas pequeñas me hacen feliz. Las crisis deberían servir para reeducarnos, pero ignoro si el sistema y las personas nos queremos reeducar.

Pose su mano en el corazón. ¿Cree, más allá de la literatura, que es posible “un mundo feliz”?. ¿Como se puede alcanzar?

Con reparto, humanidad y respeto..

Tras un lento sorbo de café, avanza en estocada con un tema que, allá donde vaya, porta a flor de piel; el Pirineo.

Para mí el valor del Pirineo es el dialogo que el hombre tradicional estableció con el paisaje. Todo ello se está desdibujando. No quiero ser excesivamente idealista. Durante muchos años “Julios Gavines, Pedros Montserrates” han emitido un mensaje que ha ido calando. Por citar un ejemplo, recientemente, un grupo de personas estaban arreglando el molino de Ainielle. Por otra parte se mueve la economía, los procesos globales… Creo que la clave es mantener los territorios con posibilidades de futuro, no agotarlos, no exprimirlos. Dejar algo para los que vengan no es precisamente un gesto de romanticismo.

Cesan las palabras y plegamos velas. Enrique Satué, se despide sigiloso y, como siempre, agradecido. Veo en él, al alejarse, la sombra de un anacoreta sin soledad, de un rey sin castillo… del sabio niño que lleva dentro.

© CORAL PASTOR